Esta butaca de Pilar ha pasado de ser una pieza muy corriente a otra con mucho «glamour».

Primero se encoló toda la estructura con cola blanca y después se pintó con pintura acrílica a rodillo para no dejar marcas.

 

Para que tuviera un detalle original decidimos dorar el copete. Para esto se llevó a cabo todo el protocolo del dorado, es decir estucado con yeso+cola de conejo, lijado, embolado y finalmente colocación del pan de oro.

 

También se hizo la tapicería, que le va como anillo al dedo. El resultado es una butaquita que parece salida del palacio de Versalles.

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